La reflexión sobre los vínculos entre cultura y desarrollo ha sido particularmente fuerte e innovadora en América Latina. Durante la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en América Latina y el Caribe (Bogotá, 1978) se reconoció que “la diversidad de los pueblos debe considerarse un factor de equilibrio y no de división”. A partir de esta declaración se observa en las políticas culturales de la región una tendencia integradora entre diversidad cultural e identidad nacional.
La Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales (México, 1982) aporta una contribución fundamental para las acciones nacionales e internacionales posteriores incorporando un apartado sobre la dimensión cultural del desarrollo en su informe final y definiendo por primera vez la cultura como “el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. Posteriormente, se inaugura en América Latina el primer Foro de Ministros de Cultura (Brasil, 1989), con el objetivo de fortalecer los lazos y estimular la promulgación de acuerdos regionales y, tras dos decenios de intenso trabajo sobre cultura y desarrollo con una fuerte implicación de investigadores y académicos, la XVI Cumbre Iberoamericana de Montevideo adopta en 2006 la Carta Cultural Iberoamericana, marcando así un nuevo avance en la región para impulsar la cooperación cultural entre los países iberoamericanos y promover un mejor conocimiento de la riqueza cultural propia, creando las condiciones para una mejor circulación de los bienes y servicios culturales de la región.
En este contexto, los Programas Conjuntos de Costa Rica, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Uruguay retoman metas compartidas para mitigar las desigualdades sociales y fortalecer las industrias creativas demostrando así que la cultura es, en América Latina, un motor inequívoco para el desarrollo.